27 de diciembre de 2010

Reseña WHITE CREEK MANOR en LIBROSAFONDO

“Quizás todos tenemos la capacidad de volvernos

más fuertes en determinados momentos”.

(William Osbrook)


20 de marzo de 1891,Londres.

De regreso de uno de sus múltiples viajes, el pintor y antropólogo Edward Hirst, recibe una invitación de su “viejo” amigo, Osbrook, para pasar una temporada en la finca de White Creek Manor, en las entrañas del sur de los Estados Unidos.

Después de haber estado en medio mundo, China, Australia, Egipto, Marruecos… Edward Hirst no podría llegar nunca a imaginar que en White Creek conocería el amor, religiones ancestrales, los secretos del bayou, fuerzas sobrenaturales…

Victoria ha puesto el listón de sus futuros libros alto, muy alto. White Creek Manor es una de las opera prima más impactantes que he leído estos últimos años, junto con la trilogía de Santiago Posteguillo sobre Publio Cornelio Escipión.

La única pega es que en algunos pasajes adolece de falta de ritmo. La autora nos adentra en la época y en el lugar de forma meticulosa a la vez que magistral, y quizás es por ello que en determinados momentos te pueda la impaciencia y saber cuál es el secreto de los Hawkins, y como acabará la historia.

Lo que nadie podrá negar es que Victoria ha leído, y creo que releído, a los clásicos. Poe, Shelley, Stoker, Conan Doyle, Verne… se encuentran en pequeñas dosis en White Creek Manor, siempre pasados por el filtro de esta prometedora ecritora.

Sin abusar demasiado, siempre me han gustado las novelas en formato diario, por su facilidad para dejar y retomar siempre la historia. Me ha gustado ese rizar el rizo ya que se podría decir que estamos ante un diario dentro de un diario: el diario/investigación de Pearson que a su vez relata el diario de Hirst.

White Creek Manor es un compendio de varios genéros: misterio a raudales, terror, aventura, fantasía, drama/amor, historia (descripción excelente de la época y lugar), y mucha, mucha espiritualidad.


Para ver la reseña en LIBROSAFONDO, pinchar AQUÍ.

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